La chía es una salvia. Es una planta anual que puede alcanzar 1 m de altura cuyo nombre científico es Salvia hispanica.
La composición de la semilla de chía se asemeja estrechamente a la de otras semillas mucilaginosas como las semillas de lino y el psyllium. A diferencia de la semilla de lino, la chía no presenta factores antinutricionales, factores que limitan el uso de las semillas de lino sin tratamiento térmico previo. Los factores antinutricionales son glucósidos cianogénicos o linatinas, inhibidores de la vitamina B6 que impiden su acción. Además, la chía tiene un sabor mucho más agradable que la semilla de lino y las aves la consumen con más facilidad.
Las semillas de salvia chía son ricas en flavonoles (miricetol, quercetol, kaempferol), en glucósidos de flavonoles, en ácidos clorogénicos y en ácido cafeico.
Son ricas en proteínas y en fibras. Con un contenido, aunque variable, que va del 16 al 23 % de proteínas, están por encima del trigo (14,7 %) y del maíz (14 %). También son muy ricas en lípidos que contienen una alta proporción de ácido omega-3 (el ácido alfa-linolénico representa el 68 % de los lípidos, es decir, el 21 % del total) y una relación favorable de omega-3 sobre omega-6 que ronda entre 3-4.
Puntos fuertes: las semillas de chía proporcionan una buena fuente de calcio y fósforo y una muy buena fuente de fibra dietética y manganeso.
La chía posee una buena actividad antioxidante proporcionada por sus polifenoles (ácidos clorogénicos, cafeico y flavonoles).